Textos para un Milenio
Emilio Castelar y Ripoll
Relata Giorgio Vasari (1511-1574), el autor de Las vidas de los más excelentes arquitectos,
pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos, que, habiendo quedado huérfano el pequeño Filippo a los ocho años, su tía lo hizo fraile en el convento de Santa María del Carmen de Florencia. Comenzó entonces una relación de sincero afecto de los frailes hacia este pequeño oblato que se mostraba poco interesado en los estudios, pero muy precoz en el dibujo. Y como todos los días disfrutaba pintarrajeando en los libros de los novicios, el prior le dio facilidades para que aprendiera a dibujar. Y es interesante constatar que la primera obra documentada de Lippi (h. 1431) tiene una temática carmelita: es un fresco muy sugerente en el claustro de la misma iglesia florentina. que representa La confirmación de la Regla del Carmelo.
Del estudio de Lydia Salviucci Insolera
(Filippo Lippi, pintor carmelita)
Las trayectorias de Fra Angelico y Filippo Lippi ponen a prueba un hecho, el del arte mismo. De
itinerarios y vo caciones casi antagónicas -como se verá en el texto novelado escrito por Castelar- surge un arte devoto, al servicio de la fe, de talla y solvencia religiosas extraordinarias. De hecho, Lippi se convierte, con su obra, en prueba de cómo la coherencia vital o las peripecias biográficas de un autor no han de condicionar, necesariamente, su vocación artística, ni menoscabar tampoco el juicio que el espectador pueda hacerse de ella.
Del estudio de Milagros García Vázquez
(La obra de Fra Filippo Lippi)